Acostumbro a viajar solo, por lo que el hecho de tener pegado al insufrible cronista se me está haciendo bastante difícil. En realidad, no molesta y no es que sea pesado, pero tengo que tener un ojo encima de él constantemente porque hasta un tuerto vería que en toda su vida no ha salido de la biblioteca esa de la que tanto habla, la Biblioteca Pacífica de la Pazulania, la segunda más grande del Reino del Cárabo. 

El Reino del Cárabo es el lugar de donde él proviene y, curiosamente, yo también. No sé mucho de aquel lugar porque me secuestraron con tan sólo cuatro años de edad, tan sólo sé que sienten cierta predilección hacia los cárabos, una aves nocturnas que bien se les podría llamar búhos, aunque no lo son. 

Imagino que te habrás quedado algo estupefacto al leer eso de que me secuestraron, pero prefiero guardarme esa historia para más adelante, aún me queda mucho por contar hasta terminar de saldar mi deuda.

Volviendo al tema del cronista, me da la sensación de que busca otro tipo de conocimiento al que ha encontrado durante su vida de rata de biblioteca. Por lo que he podido comprobar, está cargado de conocimientos teóricos pero le falta mucha experiencia práctica, en definitiva, mucha vida. Y eso me gusta. Lo que no me gusta es que haya decidido relatar mis historias en primera persona, como si me conociera y supiera todo lo que pasa por mi cabeza, pero él lo defiende argumentando que así la narración adquiere más realismo. Veremos si tiene razón.

Aprovechando que estamos hablando de él, su nombre es Ibis, es muy común en el Cárabo poner nombres de aves. Según me contó, cuando nació, sus padres no sabían si llamarle Mochuelo, Vencejo, Martín o Zampullín, pero eran raros hasta para ese reino y, finalmente, optaron por el más corto.

No puedo añadir mucho más sobre él, no hemos conversado mucho hoy. Estuvimos todo el día de un lado para otro en la Villa de la Tortuga haciéndonos con provisiones para emprender mañana mismo el viaje hacia la Isla Mawii, donde espero empezar a salir de la absoluta ruina en la que estoy hundido. Allí buscaré a Testudo, un pirata retirado que me debe algún que otro favor.


Continuará...